Juan Crisóstomo nació en el año 347, en Antioquia, de familia cristiana. Quedó huérfano de padre siendo muy pequeño, su madre lo educó en la piedad. Ya mayor, luego de la muerte de su progenitora, se retiró a las montañas, vivió en el desierto y luego de algunos años, enfermo, volvió a Antioquia.
Al tiempo se ordenó sacerdote. Se dedicó a ejercer el ministerio de la predicación. Su obra estaba en el amor a los pobres, tal es así que impulsó a los monjes a desprenderse del dinero y a hacer obras de caridad. A los laicos los exhortó a no caer en la corrupción.
En el año 397 fue elegido obispo de Constantinopla. Realizó una reforma del clero y de los fieles. Se ganó muchos enemigos al defender y proclamar la verdad. Lo acusaron y lo desterraron, pero tuvo siempre el apoyo del Papa.
La Sagrada Escritura deja profundas huellas en su corazón, siendo San Pablo uno de sus preferidos.
De gran fortaleza en las tribulaciones, logré llevarlas con valentía y Fe.
Murió en Comana, localidad del Ponto en el año 407. Un siglo después de su muerte se lo comienza a llamar Crisóstomo, que significa “boca de oro” por su gran elocuencia, se destaca entre los padres griegos. Tuvo gran facilidad en la palabra, la profundidad de sus pensamientos y por como los transmitía, un corazón que hablaba con sinceridad y transmitía el mensaje que le había sido dado.
Testigos declaran que sus últimas palabras fueron “Sea dada gloria a Dios por todo”.
¡Oh doctor insigne, san Juan Crisóstomo!,
tú que siempre alentaste con sabiduría
la práctica de la justicia y de la caridad
y que con tus elocuentes sermones
predicaste con brillantez la Palabra Divina,
ilumínanos con tu obras y palabras
y fortalécenos en los momentos difíciles
con el ejemplo de tu invencible constancia.
Obispo San Juan Crisóstomo
tú que demostraste enorme fortaleza y valor
ante las más duras pruebas a que fuiste sometido,
que fuiste difamado, injustamente acusado,
perseguido, agredido brutalmente y desterrado,
concédenos le energía y el ánimo necesario
para sobrellevar estos momentos difíciles
llenos de amargura y desconsuelo,
haz que no nos abandonen la fe y la esperanza,
para que podamos continuar la lucha
a pesar de las injusticias que nos rodean,
para que, fortalecidos y ayudados
con tu benéfica intercesión
podamos salir victoriosos en:
(hacer la petición)
San Juan Crisóstomo,
tú que fuiste sal de la tierra y luz del mundo,
tú que difundiste con claridad las Enseñanzas,
y con santa paciencia resististe en los infortunios
defiéndenos a todos de la injusticia y el error,
lleva nuestras súplicas a Dios Padre Todopoderoso
y ruégale nos conceda lo que confiadamente solicitamos.
San Juan Crisóstomo,
pídele también que nos ayude a amar al prójimo,
que nos de la gracia de asumir el Evangelio
como camino, regla y vida en nuestro ser y actuar,
y que nos bendiga con los dones y talentos necesarios
para alcanzar la Gloria Celestial.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Rezar con gran fervor el Credo, tres Padrenuestros, tres Avemarías y tres Glorias.
Psicopedagoga Gabriela Rosas
josenizzo.info
